ICAL - Belén Carrasco, oftalmóloga del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, durante una misión humanitaria en los campamentos de refugiados de Tinduf
VALLADOLID - SANIDAD
Viernes, 1 de Noviembre de 2024

‘Shukran’: La recompensa de volver a ver el desierto de Tinduf

S. Calleja - La oftalmóloga vallisoletana Belén Carrasco acaba de regresar de una misión humanitaria en los campamentos de refugiados saharauis “haciendo de la dificultad una virtud” y con una experiencia para toda la vida

‘Shukran’ significa gracias en árabe, y desde ahora para Belén Carrasco mucho más: una experiencia de vida y de ‘guerra’ donde se crece con la dificultad, hasta llegar a convertirla en virtud. Esta oftalmóloga, que trabaja en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, decidió en verano que haría las maletas en octubre y se marcharía de misión humanitaria. Llegó a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, de donde acaba de regresar. Se marchó con el objetivo de devolver a cientos de personas la luz del desierto, y lo consiguió.

De la mano de Médicos del Mundo, Belén se sumó a las comisiones de oftalmología en el Sáhara, un proyecto que nació en 1995 con el oftalmólogo Tomás Pellicer. En 15 días de trabajo incesante, de pobreza extrema, con la carga de que allí “la gente come una vez al día, tiene un infiernillo para calentar la comida, una cabra y poco más, donde se raya no, se supera la extrema pobreza”, operó con un equipo de 13 profesionales a 157 personas, principalmente de cataratas, lo que se traduce en diez diarias en jornadas maratonianas. Todo, con solo tres oftalmólogos, seis enfermeros, un técnico, un informático y dos anestesistas. 

También, intervinieron algunas otras patologías que surgieron sobre la marcha, como fue el caso de un niño de 16 años que se clavó un pincho y se perforó un ojo. “Depende del sitio donde esté la perforación, pues se puede salir distinto contenido ocular, en este caso se produjo una expulsión de una parte del iris. Tuvo la suerte de que estábamos allí, que pudimos reponer la herida, lavarle toda la parte anterior del ojo que se había llenado de sangre; suturar y cerrarlo todo”. “Le dejamos viendo. Ese ojo hubiera sido una catástrofe, porque se hubiera infectado y se hubiera quedado ciego”, explica Belén a Ical.